El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, denominado genéricamente COVID-19, se ha constituido en un riesgo global, al punto que nos encontramos sufriendo una pandemia con efectos muy graves hacia la población.
A pesar de que varios expertos nos prevenían de una situación como ésta desde varios años antes, no sólo no se tomaron las debidas medidas de prevención, sino que hasta tal vez ha sido una situación provocada accidentalmente (no cabe otra suposición).
El hecho es que la pandemia provocada por este virus de alta contagiosidad y letalidad, sigue causando estragos además de sanitarios, económicos, en los distintos países, debido a las restricciones aplicadas.
La gravedad de la situación ha disparado y acelerado la investigación de vacunas que puedan lidiar con el COVID-19. Pero, cualquier vacuna necesita su tiempo de desarrollo y prueba, debiendo cumplir con cuatro fases, que en este caso, por la urgencia, pueden apurarse y con mucha suerte estar disponibles en unos meses (que sólo podrán definirse sobre la marcha). En el supuesto de estar disponible, se chocará con distintos intereses que pueden enlentecer la llegada a la larga lista de países: patentes, co-participación, capacidad de producción, recursos, costos, disponibilidad y varios etcétera más.
Las fases que deben cumplir las vacunas son:
1 – Seguridad e inmunogenicidad (efectos adversos y respuesta inmune) 2 – Dosis (cantidad de antígeno y de aplicaciones) 3 – Eficacia y seguridad (prueba en miles de voluntarios. En ciertos casos, se puede autorizar en esta fase) 4 – Autorización y seguimiento
Ya se cuenta en distintos laboratorios con la experiencia lograda en las epidemias anteriores de coronavirus, la del SARS en el año 2003 y el MERS en el 2012, pero que había perdido interés al resolverse ambas en corto tiempo.
Son varias las investigaciones iniciadas y que ya trabajan sin pausa. Por ejemplo, la CEPI ( Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias ), una fundación para el desarrollo de vacunas con sede en Noruega, comenzó a financiar ocho proyectos, en distintos países y distinta tecnología, como CureVac (Alemania), Inovio Pharmaceuticals, Moderna y Novavax (Estados Unidos), Universidades de Hong Kong, Oxford (Reino Unido) y Queensland (Australia). China, Israel y España también tienen laboratorios trabajando en esta difícil empresa.
A la fecha, la OMS afirma que hay más de 50 vacunas en investigación, financiadas por países solventes, laboratorios farmacéuticos, fundaciones, organizaciones benéficas y coaliciones del momento. Mientras tanto, ya hubo intentos con vacunas existentes, como por ejemplo, la BCG (contra la tuberculosis), que no obtuvieron resultados.
Por otra parte, una solución intermedia sería la aparición de un medicamento que permita la atenuación o curación de la enfermedad, solución ésta que es, tal vez más factible y rápida que la vacuna. Pero todo dependerá del comportamiento del virus y la efectividad de los investigadores. Mientras tanto dependemos de los recursos existentes y básicamente del respeto por las medidas de prevención, que son, por ahora, el único recurso del que disponemos.
Fuentes: Desarrollo propio – Estado del desarrollo de las vacunas frente al nuevo coronavirus, AEP – CDC.
Contenido actualizado el January 5, 2021, 5:01 pm